Hoy quiero contarte una anécdota personal sobre una situación reciente que estoy transitando..
Hace poco más de un mes realicé una consulta con un cirujano por una molestia en la zona inguinal derecha. Yo era consciente de que, probablemente, esa molestia se debía a una hernia inguinal. Lo que no sabía era que además tenía otras 3 zonas del cuerpo lastimadas. El resultado fue que tenía que operarme de 4 hernias, 2 inguinales, 1 umbilical y otra supra umbilical..
Si bien una parte de esto ya lo sabía porque tenía molestias provenientes de la hernia derecha, fue una sorpresa no grata enterarme que la operación iba a ser mucho más abarcativa de lo que me lo que imaginaba. Entré a la consulta por 1… ¡y resultaron 4!
Ésto por un lado me puso en acción teniendo que dedicarme a resolver todas las cuestiones enfocadas en la intervención. Pero, por otro lado y sin darme cuenta del todo, empecé a sentir un dolor extraño en la cadera que irradiaba hasta la pierna y también un poco hacia la cintura. Cuando lo pude identificar hice un análisis físico y empecé a trabajar ejercicios de movilidad y elongación sin prestar atención a cualquier otra información extra. Después de unos días de ejercicios el dolor seguía presente, la molestia no se iba y en un momento en una meditación me puse a reflexionar sobre qué me pasaba en esa zona. Comencé a hacer un trabajo interno de las partes del cuerpo que me dolían y me llevó a comprender que ese dolor o esa molestia que estaba sintiendo en la cadera y que irradiaba hacia la espalda y hacia la pierna tenía que ver con un temor o miedo. Seguí indagando sobre esas sensaciones y descubrí que lo que me provocaba ese miedo era la cirugía. ¡Era la primera vez que tenía que enfrentar una intervención quirúrgica! Aunque ésto parecería obvio, la verdad que en ese momento no lo había identificado. Con lo cuál, a partir de esa información, pude comenzar a reflexionar, a darle lugar a ese miedo y a todo lo que me despertaba emocionalmente esa intervención. No era solamente una decisión «intelectual» sino que también tenía que enfocarme en toda la disrupción emocional que eso me generaba.
Desde ese lugar, desde ese cambio de actitud pude comenzar a encarar y resolver los temores que me provocaba la operación y, como resultado de todo eso, ¡se me fue el dolor de cadera!
Reflexiones
De toda esta situación me quedaron varias reflexiones, entre ellas que todos estamos expuestos a tener estos «sucesos» en el cuerpo, por más que estemos atentos y por más que estemos conscientes se nos puede «filtrar» esa información y caer igual en un análisis lineal o físico de la situación, entonces siempre está bueno tener ese margen de duda o tener algún método o forma de validar ese análisis.
Otra reflexión que me surge de todo este aprendizaje es que tener todo ese entrenamiento de conocimiento personal, del registro del cuerpo, de las sensaciones y emociones es muy útil para poder darnos cuenta y tener herramientas para poder realizar ese trabajo de introspección. Más allá de la información concreta y tangible, Darle lugar a lo que sentís, darle crédito a la información del cuerpo siempre es válido y muy importante. En mi caso la información del dolor fue lo que me ayudó a enfocarme y darme el tiempo para reflexionar y entender lo me pasaba. Ahí pude darle lugar al miedo que me provocaba la cirugía.
Esto es una experiencia personal que quería compartir con ustedes y espero que les sirva, por suerte ya estoy muy bien, ya estoy operado y recuperándome. Así que en breve nos estaremos viendo nuevamente.
Saludos y gracias!
Nacho Monti
Creador de TPH
