En la vorágine de la vida moderna, a menudo nos encontramos inmersos en un constante flujo de distracciones que nos desconectan de una parte fundamental de nosotros mismos: nuestro propio cuerpo. La ignorancia perceptiva, como la llama la neurocientífica Nazareth Castellanos, es esa falta de conexión consciente con los registros y señales que emanan de nuestro ser físico, dejándonos en un estado de vulnerabilidad que va más allá de lo que podríamos imaginar.
La clave radica en reconocer los distintos saberes que nuestro cuerpo nos ofrece constantemente. Desde la conciencia kinestésica que nos permite percibir la ubicación de cada extremidad hasta el saber sensoperceptivo que nos conecta con el entorno, y finalmente, el saber interoceptivo, que nos brinda información invaluable sobre nuestros órganos internos y vísceras. Este último, en particular, ha sido objeto de estudios reveladores sobre su impacto en la toma de decisiones.
Nazareth Castellanos comparte hallazgos intrigantes derivados de investigaciones que resaltan la importancia de entrenarnos en la percepción interna de nuestro cuerpo. En un estudio revelador, se demostró que nuestro sistema interoceptivo tiene la asombrosa capacidad de percibir situaciones de peligro hasta 200 milisegundos antes que nuestra razón. Este lapso crucial podría marcar la diferencia entre reaccionar con prontitud y caer presa de una amenaza.
Así, queda claro que nuestra ignorancia perceptiva no solo nos desconecta de nosotros mismos, sino que también nos deja desarmados frente a los desafíos que la vida nos presenta. Al entrenar nuestra capacidad de escuchar y comprender los mensajes que nuestro cuerpo nos envía, podemos potenciar nuestra toma de decisiones y fortalecer nuestra respuesta instintiva ante situaciones críticas.
En palabras de Marco Aurelio, el emperador filósofo, «Cuida de tu cuerpo como si fueras a vivir cien años; cuida de tu alma como si fueras a morir mañana». Estas palabras resuenan con una verdad perdurable: debemos entrenar y nutrir nuestro cuerpo cuando no hay peligros inminentes para estar preparados cuando se nos requiera. La conexión con nuestros registros interoceptivos se convierte así en una herramienta esencial para cultivar una mente alerta y un cuerpo en sintonía con su entorno.
En conclusión, la ignorancia perceptiva del cuerpo no es simplemente una desconexión pasiva; es una pérdida de la riqueza de información que nuestro ser físico nos ofrece. Al abrazar esta conciencia y comprometernos a entrenar nuestra percepción interna, podemos desbloquear una fuente inagotable de sabiduría que no solo mejora nuestra toma de decisiones, sino que también nos posiciona como guardianes de nuestra propia salud y bienestar.
Nacho Monti
Creador y director e TPH