En las charlas cotidianas, podemos encontramos con las frases como «la última copa me cayó mal» o «ese último bocado me dejo de cama» , donde el malestar se manifiesta sin considerar todo lo que ha sucedido previamente. Estos dichos populares encapsulan de manera sorprendente la dinámica habitual detrás de muchos dolores musculoesqueléticos.
En el cuerpo humano, especialmente en casos que no involucran lesiones traumáticas directas como golpes o caídas, los dolores suelen ser el resultado de la acumulación silenciosa de cargas corporales, sobreentrenamientos, posturas mantenidas en el tiempo y una falta de actividad física adecuada. Es común escuchar relatos como «me agaché y me quedé dura» o «me di vuelta en el asiento del auto y sentí un tirón que me dejó inmovilizado». Estas situaciones cotidianas son el reflejo de años de tensiones acumuladas, malos hábitos posturales y patrones de movimiento que desafían las recomendaciones de la anatomía funcional.
En nuestra experiencia, nos encontramos regularmente con casos que ilustran esta realidad. Sin embargo, la buena noticia es que la mayoría de estos problemas tienen una solución relativamente simple y accesible.
Para abordar este problema de manera efectiva, es crucial adoptar un enfoque consciente hacia el movimiento y la actividad física. Aquí te presentamos cinco recomendaciones básicas de actividades físicas y movimientos de baja intensidad y bajo impacto:
1. Caminar: Esta actividad simple y natural no solo fortalece los músculos y el sistema cardio respiratorio, sino que también ayuda a mantener una postura adecuada y alinea la columna vertebral.
2. Subir y Bajar Escaleras: Este ejercicio fortalece los músculos de las piernas y la parte inferior del cuerpo, al tiempo que mejora la estabilidad y el equilibrio.
3. Ejercicios de Movilidad: Movimientos suaves y controlados que estiran y fortalecen los músculos, mejoran la flexibilidad articular y reducen la rigidez.
4. Ejercicios de Fortalecimiento Básicos: Incluye ejercicios simples como las sentadillas, las flexiones de brazos y los abdominales, que ayudan a fortalecer los músculos principales del cuerpo y a prevenir lesiones.
5. Practicar la Atención Plena durante la Actividad Física: Es fundamental realizar el ejercicio de manera consciente, prestando atención a la respiración, las sensaciones corporales y la alineación postural. Esto nos permite detectar tensiones y desequilibrios antes de que se conviertan en problemas mayores.
Al adoptar un enfoque consciente hacia el movimiento, no solo fortalecemos nuestro cuerpo, sino que también desarrollamos una mayor conexión mente-cuerpo. Esta mayor conciencia nos permite detectar las señales de nuestro cuerpo antes de que los dolores musculoesqueléticos se conviertan en «la última copa que nos cae mal». Recordá que no se trata sólo de hacer ejercicios, sino de estar presentes en cada movimiento, escuchando lo que nuestro cuerpo nos dice y cuidándolo con atención y cariño.
Nacho Monti
Creador y director de TPH